clave en la Disciplina sin lágrimas

¿Alguna vez ha experimentado que su hijo se haya derrumbado en una tienda de juguetes porque le ha negado un juguete? ¿O alguna vez ha sido un espectador, presenciando a un niño postrado en el suelo y gritando porque no le dieron un helado? En escenarios como estos, es probable que haya tenido una variedad de reacciones. ¿Quizás te has sentido avergonzado, molesto, crítico, compasivo o incluso furioso? Puede sentir que los padres tienen la culpa de no disciplinar a su hijo correctamente, o que usted mismo es un padre terrible. O bien, puede pensar que el niño necesita más disciplina, o claramente no ha sido disciplinado lo suficiente. Las generaciones mayores pueden burlarse de un “buen escondite” o una “mano más firme”, mientras que otros pueden abogar por un “tiempo fuera”.
La disciplina es uno de los aspectos más desafiantes de la crianza de los hijos, y se han escrito numerosos libros sobre cómo hacerlo bien. Lo que a menudo olvidamos es que los niños tienen diferentes procesos neurológicos. Además, la forma en que reaccionamos ante estas diferencias tiene un impacto significativo en el desarrollo emocional de un niño. Dan Siegel es profesor de psiquiatría en UCLA y tiene una vasta experiencia trabajando con niños y el desarrollo de la primera infancia. Tina Payne Bryson tiene un doctorado y ha escrito varios libros sobre la ciencia del apego, la crianza de los hijos y la neurobiología interpersonal.
Este breve resumen de Disciplina No-Drama, profundiza en la importancia de la compasión y la empatía, a la hora de tratar con los niños y sus emociones. Además, nos da las herramientas para evitar escenas desagradables, rabietas vergonzosas y sentimientos de exasperación. El libro proporciona un modelo que considera el desarrollo cognitivo para establecer expectativas realistas para lidiar con la resolución de conflictos. Las emociones son variadas y los niños no experimentan el mundo de la misma manera que los adultos. Por lo tanto, este libro proporciona un modelo de disciplina que abarca el respeto, la empatía y el crecimiento. La Disciplina sin lágrimas no es una solución rápida, implica un compromiso constante con el hijo. La idea es que se trata de trabajar desde el principio, para inculcar buenos patrones de comportamiento de ambas partes.

¿Qué es la disciplina?
¿Qué te viene a la mente cuando piensas en la disciplina y la disciplina que recibiste mientras crecías?
Para muchos de nosotros, la disciplina podría implicar sentimientos de vergüenza, ansiedad e incluso miedo. Es posible que a muchos de nosotros nos hayan criado con la idea de que la disciplina tendría consecuencias muy desagradables, o que era algo con lo que nos amenazaban. Cuando la disciplina se enfoca en el castigo y las consecuencias, la mayoría de nosotros probablemente no nos enfocamos en nuestro propio comportamiento, sino en el comportamiento de quienes nos disciplinan. Por lo tanto, la mayoría de los niños que son castigados se enfocan en sentimientos de resentimiento, más que en su comportamiento y las lecciones que podrían aprender.
El mensaje clave en Disciplina sin lágrimas es que necesitamos ajustar nuestras actitudes hacia la comprensión de la disciplina y las prácticas disciplinarias. La disciplina no debe ser contundente y agresiva, o algo que no nos guste hacer. La sugerencia es que veamos la disciplina como instructiva en lugar de combativa. La disciplina no se trata de gritar o reprender, sino de escuchar y luego dar instrucciones claras y concisas.
Así que la disciplina no se trata de castigar, se trata de enseñar. Adoptar este cambio de actitud tendrá un impacto significativo en la forma en que somos padres. Y la disciplina no debe verse solo como un acto repetitivo, sino como algo que se ajusta continuamente según las circunstancias en las que nos encontremos. Los autores los ven como una serie de momentos de enseñanza, en lugar de una forma general de disciplina que cubre todas las eventualidades.
Además, relacionarse con los niños a menudo puede ser complicado, y este libro brinda herramientas para ayudar a conectarnos con nuestros hijos. ¿Cómo nos acercamos a nuestro hijo o nos relacionamos con él para no tener que recurrir a gritar y perder los estribos? El secreto es llegar, redirigir las emociones y brindar una clara oportunidad de crecimiento. Esto hace que la resolución de problemas sea el enfoque central y cambia el resultado a una situación en la que todos ganan. Pero, como con todo, debemos ser proactivos en cuanto a la disciplina, y no podemos bajar la guardia y volver a los viejos hábitos.
Entonces, en resumen, la disciplina se trata de enseñar, y enseñar se trata de desarrollar habilidades. La idea aquí es que, con suficiente tiempo y suficientes herramientas, nuestros hijos podrán autocontrolarse, autoreflexionarse y, a su vez, autodisciplinarse. Como sabemos, todos los niños son diferentes y el cerebro de un niño tiene un impacto considerable en su comportamiento y en cómo reacciona ante las situaciones.

Dentro del cerebro de un niño
Es posible que hayas oído hablar del acrónimo “hangry”. Es el sentimiento de ira y frustración que tenemos porque tenemos hambre. Esta experiencia es aún más aguda para un niño porque no ha desarrollado las habilidades necesarias para procesar estos sentimientos y emociones. Como cualquier otro órgano del cuerpo, el cerebro necesita tiempo para crecer y madurar.
Como padres y cuidadores, debemos comprender que cada etapa del desarrollo infantil es diferente y, por lo tanto, no se puede tener un enfoque de disciplina único para todos. Existen numerosas formas de abordar las diversas etapas del desarrollo emocional de un niño, para encontrar la mejor manera de relacionarse con ellas. Comprender cómo piensan y se comportan los niños también nos permite adaptar un tipo específico de disciplina y comunicarnos con ellos de una manera tranquila, constructiva y amorosa.
Cuanto más se involucre con su hijo y desarrolle momentos de enseñanza, más se desarrollará. Entonces, veamos primero lo que se describe como el cerebro de arriba y el de abajo.
Cuando nace un niño, su cerebro inferior ya está relativamente bien desarrollado. El cerebro inferior controla las funciones humanas básicas, como respirar, parpadear y bostezar. Por otro lado, el cerebro superior, o corteza cerebral, está subdesarrollado durante la infancia. Lleva años desarrollar el cerebro superior, y funciones como la empatía, la comprensión, la racionalización, etc., se encuentran en un estado de desarrollo constante. Además, nuestros cerebros son específicos del contexto y todos los eventos de nuestra vida tienen un impacto significativo en la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. Nuestros cerebros están en un estado de flujo constante y continúan desarrollándose a lo largo de nuestras vidas. Por lo tanto, debemos comprender que los niños a menudo no tienen las habilidades para navegar ideas sobre el comportamiento y las consecuencias.
Lo que es más, el cerebro está en un estado reactivo o receptivo. Es casi imposible relacionarse con alguien cuando es reactivo, por lo que la estrategia es ayudarlo a entrar en un estado receptivo. Entonces, ¿cuáles son las estrategias para optimizar los momentos de enseñanza cuando se trata de disciplina?

Estrategias para desarrollar nuestro enfoque disciplinario
La disciplina tradicional es contraproducente porque no conduce a la enseñanza ni al aprendizaje. Además, los niños deben estar en el estado de ánimo adecuado para aprender, porque no se puede disciplinar hasta que se pueda fomentar un buen ambiente de aprendizaje. El enfoque aquí es hacer que su hijo pase de sentirse reactivo a receptivo.
Para poner esto en perspectiva, toma el escenario típico de alguien que se queja en un restaurante. Ya sea que se comporten de manera volátil o simplemente monólogos sobre su mala experiencia, están actuando de manera reactiva. En una situación como esta, probablemente notará que el gerente asiente con la cabeza o simplemente se ve un poco conmocionado por el estallido. En cualquier caso, no se alcanzará la resolución hasta que el reclamante haya pasado a un estado receptivo. El gerente necesita conectarse con el comensal y descubrir la raíz de su queja para hacer esto. Lo mismo se aplica a los niños cuando están molestos o nerviosos.
Por lo tanto, en el corazón de ser capaz de disciplinar a un niño, se encuentra el desarrollo de una gama de habilidades para hacer frente a ciertos comportamientos. Centrándonos en estas habilidades nos permite afinar nuestras propias fortalezas y debilidades, y familiarizarnos con la mejor manera de comunicarnos con nuestros hijos. Al hacer esto, tanto el niño como los padres aprenderán lecciones valiosas sobre la comunicación y los resultados efectivos.
Tradicionalmente, el resultado de la disciplina era que se basaba en las consecuencias y el castigo. A todos nos han dicho que nuestras acciones tienen consecuencias. El problema con esto es que a la mayoría de nosotros no se nos da una lección sobre esto, hasta que hacemos algo que tiene consecuencias. El mensaje clave es que deberíamos centrarnos mucho más en el aprendizaje y las lecciones, en lugar del enfoque más duro de decirles a los niños que habrá consecuencias desastrosas y desagradables.
La primera estrategia de disciplina es la idea de conexión. La conexión tiene que ver con la empatía, la validación y la comprensión. Para formar una conexión, tenga en cuenta las 4 S. Estos son, seguro, seguro, visto y calmado.
Tomemos el ejemplo de Nick y Adam. Nick excluyó a su hermano Adam de un juego con sus amigos. Como resultado, Adam recurrió al juguete favorito de Nick. Un padre puede tener la tentación de gritarle a Adam y regañarlo por su mal comportamiento. Sin embargo, esto no abordaría la causa raíz del problema. La idea es interactuar con el cerebro superior de Adam, tratando de que explique por qué dibujó el juguete de Nick. Al aplicar las 4 S, un padre puede comenzar arrodillándose al nivel de Adam y mirándolo directamente a los ojos y diciéndole que todo está bien. Al hacer esto, Adam se sentirá seguro y protegido. El próximo paso podría ser reconocer los sentimientos de Adam y pedirle que explique por qué actuó de la forma en que lo hizo. ¿Se sentía enojado, frustrado, excluido o una mezcla de todos estos sentimientos? Y finalmente, una vez que Adam haya podido expresar sus sentimientos, podrá calmarlo y conectarse con él para enseñarle por qué su comportamiento no fue apropiado.
Los niños experimentan emociones tumultuosas, y ayudarlos a controlar sus sentimientos, mientras tratamos de que aprendan a comportarse mejor, no es fácil. La mayoría de los adultos tienden a tratar de sermonear y razonar con los niños. Sin embargo, cuando el cerebro de un niño está nublado con sentimientos reactivos, es casi imposible relacionarse con ellos de manera significativa.

Errores de disciplina que cometen los padres
Si bien los autores tienen cuidado de no culpar a los padres, sí proporcionan errores comunes de los que los padres pueden aprender.
Uno de los principales errores de disciplina es que no puedes disciplinar a un niño hasta que se haya calmado. Una vez que un niño se ha calmado, existen algunos enfoques para crear momentos de enseñanza efectivos. Por ejemplo, al disciplinar a un niño, los padres tienden a sermonear y hablar demasiado. Lo que acaba pasando en estas circunstancias es que los niños filtran lo que se dice. Para lidiar con esto de manera práctica, permita que los niños hablen y proporcione soluciones. Conectarse de esta manera ayudará a desarrollar la visión de la mente.
Mindsight es la capacidad de resolver un problema a través de la empatía y la perspicacia. Cuanta más visión mental tenga un individuo, más se inclinará hacia la autodisciplina. Esto se debe a que la visión de la mente alienta a las personas a ponerse en el lugar de los demás. Por ejemplo, si ves a tu madre lavando los platos todos los días, sin ayuda de la familia, ¿cómo te hace sentir esto? Si no te molesta, podría valer la pena hacerte la pregunta: ‘¿Cómo me sentiría si tuviera que lavar los platos todos los días?’
La inflexibilidad es otro problema común. Los padres y cuidadores deben ser flexibles. No tiene sentido tratar de enseñar a alguien, si no puede mostrar flexibilidad, porque cada alumno y cada experiencia de aprendizaje es diferente. Todos los niños son diferentes y el grado de desarrollo emocional entre cada grupo de edad es muy amplio. Por eso es tan importante ser consciente de sus respuestas y reacciones emocionales. El consejo aquí es “perseguir el por qué”.
Por ejemplo, su hijo puede comenzar a portarse mal en clase y a distraer a sus compañeros. En lugar de castigarla por este comportamiento, “perseguir el por qué” sugiere descubrir las razones detrás de este comportamiento. Tal vez le gusta la atención, o está siendo presionada para actuar de cierta manera para encajar. El punto es que una vez que descubres por qué sucede algo, es mucho más fácil abordarlo. Además, al descubrir por qué ocurre algo, como padre o cuidador, podrá ser más flexible en la forma en que elige responder.
Elegir enmarcar las situaciones de manera más positiva es otra forma de exhibir flexibilidad. Por ejemplo, si un niño no quiere comer sus verduras, un padre puede decir algo como, ‘si no comes tus verduras, no tendrás postre’. Mientras que reformular esto a ‘hay un postre esperándote cuando termines tus verduras’ es una respuesta mucho más positiva.

DETENER
Establecer límites es una de las piedras angulares de la crianza efectiva. Los límites deben ser muy claros y muy consistentes. Al establecer límites, podrá navegar por el tumultuoso mundo de la rabieta infantil, porque tendrá más conocimiento y control sobre el comportamiento que quizás no haya entendido previamente.
Cuando se trata de ciertos comportamientos y reacciones, los autores sugieren el enfoque “Uno, dos, tres paradas”. El acrónimo HALT significa hambre, enojo, soledad y cansancio.
Al leer el acrónimo, estará un paso más cerca de responder la pregunta de por qué su hijo se comportó de cierta manera. Una vez que sepa si han actuado por hambre, ira, soledad o cansancio excesivo, podrá desarrollar una estrategia para interactuar con ellos. Además, podrás saber qué enseñarles en ese momento concreto.

En conclusión

El uso de estudios de casos perspicaces y relacionables hace de este un libro de referencia para cualquier padre o cuidador que lucha por disciplinar a sus hijos. Al considerar el desarrollo de un niño, se nos muestra que la resolución de conflictos puede ser pacífica y sin dramas. Sin embargo, los autores reconocen que habrá momentos en los que no lo hagas bien, pero durante esos momentos podrás reflexionar y reajustarte para hacerlo mejor la próxima vez. Además, este enfoque colaborativo de la disciplina significa que cualquiera puede aprender estas habilidades, lo que beneficiará a todos los miembros de la familia. Y las habilidades desarrolladas por su hijo se traducirán en su vida posterior. Finalmente, la idea es conectar para corregir o redirigir. REDIRECT nos ayudará a aprender cómo reducir nuestras palabras, abrazar las emociones, describir en lugar de sermonear, involucrar a su hijo, reformular “no” en un “sí” condicional, enfatizar lo positivo, abordar la situación de manera creativa y, finalmente, enseñar “visión mental”. herramientas.” Entonces, la próxima vez que sea testigo de una rabieta en una tienda de comestibles, podría ser el momento de sacar una copia de Disciplina sin lágrimas .

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